lunes, 8 de agosto de 2011

Televisión y Educación

Por: Dr. Jorge Alcántara Rodríguez (*)

Estamos acostumbrados a considerar a la televisión como algo nefasto para nuestros niños y familia, pero es el caso que no bien llegamos a casa encendemos la televisión a disfrutar de su programación. ¡Qué paradoja!
La televisión no es mala, es un recurso de comunicación muy valioso y especial,  una gran invención que ha transformado a la humanidad. Si bien la función social de la televisión es, a grandes rasgos, la de entretener, informar, cultivar valores y promover la cultura; no tiene por obligación educar a sus televidentes, pero hay quienes como Mario Kaplún sugieren que "todo programa educa, sólo que -lo mismo que la escuela, lo mismo que el hogar- puede educar bien o mal"
Cuando por los años 1930 se iniciaron las primeras emisiones regulares de televisión, se pudo avizorar una nueva era para la cultura y la educación de todo el género humano. Los avances tecnológicos en el campo de la tecnología televisiva se vieron paralizadas por el estallido de la segunda guerra mundial, pero a partir de 1950 con el resurgimiento económico de EE.UU., la televisión dio un gran salto contabilizándose en 1962, 12 millones de televisores y en cuanto a publicidad de 10 millones de dólares invertidos en 1950 se incrementó a 1,500 millones en 1960.
En la actualidad la televisión es el medio donde más se invierte. En nuestro país durante el 2009 se invirtió en publicidad 527 millones de dólares, de lo cual el 40.5% corresponde a la televisión, registrando un crecimiento anual de 9.4%, (sin  incluir los costos de producción).
Estadísticas del año 2000 establecen que el 96% de hogares tienen televisión por lo que diremos que es parte importante en la familia. Recordemos que en la prehistoria la familia se reunía en torno a una hoguera para abrigarse, socializar, comunicarse o educarse, ahora generalmente se reúne en torno a un televisor, pero nadie habla ni se comunica, solo muestran gestos faciales, exclamaciones y risas, en respuesta a lo que observan y escuchan.
Televisión y educación viven espacios compartidos, lo quieran o no, y sus posibilidades de cooperación y enriquecimiento mutuo son tan potenciales como escasas en la realidad. La Televisión puede permitir a la población entre otras cosas conocer el mundo y lo que acontece en él, en forma instantánea, sin tener que salir de casa; acompaña y distrae a quien se encuentra solo o aburrido; atrae con facilidad toda nuestra atención; brinda un caudal inagotable de conocimiento; permite conocer procesos a nivel microscópico y macroscópico, imposibles de observar directamente; además de otros aspectos.
Contrariamente a estas bondades la televisión tiene aspectos negativos como el hecho que emite información en forma permanente, reiterativa e impactante, no permite al observador pensar, actuar o tomar decisiones. Tienen un efecto hipnótico. El televisor no escucha, no contesta ni dialoga. El televidente adopta los contenidos televisivos como verdades inamovibles sin aplicarles crítica o razonamiento; genera conductas no deseadas al colocar como héroes a personajes sin valores; convierten en actos heroicos a meras vanalidades; las telenovelas mantienen enganchadas a su audiencia poniendo a prueba su resistencia hasta lo increíble; el promedio de 168 spots publicitarios que se emiten en un estimado de 3 horas diarias de televisión, producen un fuerte impacto sicológico en el espectador, siendo más intenso cuando menor es su edad.
Estos y otros aspectos lo ven nuestros niños, lo digieren como algo natural y como modelos de comportamiento para imitar y configurar su personalidad en desarrollo. La televisión es la primera escuela del niño (la escuela divertida que precede a la escuela aburrida); ya no es el hogar y los padres pues ellos muchas veces no están.
Podemos aseverar que ya hay generaciones que han sido formadas por el televisor, ellos son ahora jóvenes que no gustan de leer, han perdido la capacidad de elegir, de pensar por ellos mismos y se dedican a imitar lo que la televisión y algunos otros medios les transmiten, anulando su propia opinión y la capacidad de entender las cosas.
La sociedad enfrenta un serio problema en el cual existen cuatro responsables o culpables: Los empresarios televisivos, los padres, autoridades civiles y políticas, y los maestros.
Debemos utilizar los valiosos recursos educativos que se emiten a diario por la televisión del estado, y el uso didáctico de documentales, cine clásico, cortos de videos, y videoclips para el desarrollo del sentido crítico y analítico en relación a la programación curricular.
Esto supone dedicación exclusiva del docente, por lo que es justo que su remuneración debe permitirle cubrir todas sus necesidades y vivir dignamente como todo profesional.
De implementarse en forma generalizada en nuestro país, la Televisión Educativa ofrecería  las siguientes ventajas: Permite desarrollar espíritu crítico; Provee de una experiencia estética que es difícil de lograr de otro  modo; Ofrece una alternativa de enseñanza distinta de la tradicional, de lo que permite quebrar la rutina y motivar al estudiante; Proporciona a los alumnos una experiencia común sobre la cual discutir;. Contribuye al desarrollo de la capacidad de escuchar, observar y relacionar; Permite ilustrar contenidos curriculares; Proporciona una base correcta para el desarrollo del pensamiento conceptual; Proporciona experiencia que no son asequibles de otra manera, por ejemplo, en el campo cultural; Trae a la sala de clases lugares y sociedades que de otro modo no se conocerían; Una utilización adecuada permite desarrollar una actitud activa para la observación de televisión fuera del ambiente escolar.
Una red de televisión educativa permite formar a niños, jóvenes y adultos que de otra manera estarían marginados, tal es el caso de las zonas rurales distantes y alto andinas.
Siempre se tiene que estar analizando y evaluando a los medios de comunicación masivos, ya que debido a su acelerado desarrollo, producen transformaciones en el comportamiento humano.
Estamos observando como la televisión por satélite ha llegado a coberturar al planeta entero ofreciendo un sinnúmero de canales con calidad de “total alta definición” que el público puede escoger ya se dispone de programas televisivos a la carta y televisores con funciones interactivas dada su conexión a internet.
Cada día los avances tecnológicos son más rápidos, ya hemos ingresado a la era digital lo que ha permitido que la televisión ingrese al mundo de las computadoras con internet, y a la telefonía móvil o celular con una calidad insuperable. La reducción de los equipos de emisión y producción televisiva han generado la instalación de estaciones de televisión a nivel de localidades, mostrando extremos en el manejo de la opinión pública. Quien tiene teledifusoras, tiene poder.
En nuestro país la primera estación de televisión en el Perú fue el canal 7 del Ministerio de Educación, que fue inaugurado el 17 de enero de 1958 por el entonces Ministro de Educación Dr. Jorge Basadre. Su creación fue posible gracias a un convenio con la UNESCO.
Es la única teledifusora que mantiene los nobles fines de esta herramienta de comunicación, cual es: emitir una programación que informa, educa, culturiza, recrea, y sobre todo cultiva los valores nacionales, sin llegar al aburrimiento, y sin publicidad perniciosa. Destacamos como obligatoria la observación de los siguientes programas: Reportaje al Perú, Los Pimpollos, Umbrales, Sucedió en el Perú, Misky Taky, Museos, La función de la Palabra, Costumbres y Presencia Cultural.   
Es deber de todo ciudadano, padre de familia, maestros, niñez y juventud disfrutar de esta saludable programación. De ser así, sería una manera fácil y sin costo, para cambiar la situación educativa y cultural de nuestra  población. Esperamos que el nuevo Gobierno de Ollanta Humala mejore la programación y dicte políticas que promuevan que los canales de señal abierta emitan similares programas.

(*) Decano de la Facultad de Educación y Humanidades
Universidad San Pedro

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